jueves, 15 de octubre de 2015

Canción sin con pasión

  Tras el receso estival y simultáneo al cese en la producción de clorofila de la naturaleza caducifolia Cosmonio Enriquecido se regocija del destino que han llevado los problemas y riesgos afrontados durante los últimos meses, desaparecidos en virtud de no sabe qué régimen de justicia poética. Y es que mientras los gorriones comparten su alboroto en el ciprés de Santa Olalla y la vida sigue su curso Cosmonio puede entregarse por completo al vetusto arte del onanismo, liberado al fin de aquellas dos asignaturas pendientes. Ya puede decirle adiós a los principios de ataque de ansiedad, puede decirle adiós a Francisco Guil y a la apatía, puede mantener bajo control el movimiento nervioso de su párpado izquierdo y entregarse al placer de recordar uno de los mejores veranos de su vida como atleta, como camarero, como estudiante y como persona.

  No obstante en este discurso incontenible de felicidad y derroche cabe también un momento para la reflexión de aquello que le está sucediendo. Centrarse tan sólo en el presente y olvidar las causas que desencadenaron el desasosiego de junio del 2015 puede conducirte a la misma situación en la que te encontrabas entonces. Pero no quieres volver a pasar por eso, no quieres, y este temor a que las cosas se vuelvan a salir de madre impulsa con más ímpetu tus esfuerzos por mantenerlo todo en su sitio. Renovadas la motivaciones, renovados los objetivos, renovadas las ganas de trabajar, renovadas las ganas de pasarlo bien, renovadas las ganas de comerse el mundo, lo renuevas todo. 

  Normalmente el momento para la reflexión terminaría aquí, con la renovación de las ganas por todo y no habría que darle más vueltas, pues no hay nada para afrontar el día como una sonrisa en la cara. Sin embargo el cerebro de Cosmonio, cansado de tanto desuso ha alargado la reflexión y se ha adentrado en terreno virgen de la materia gris.

  Tal vez lo estás planteando mal y ésa haya sido la causa de tus males en el pasado. Porque puede que sea el desgaste producido por las cosas que van mal y no ves o que no quieres ver lo que lleva tu vida a salirse de su cauce y no así olvidarte de estirar la comisura de los labios todos los putos días. 


  ¿Qué pasará con toda esa pasión al entrenar, al estudiar, al querer, cuando pase el tiempo?
 Se perderá poco a poco como un muñeco cuya vida se apaga.

 ¿Qué pasará cuando pase el tiempo con toda esa perspectiva de conjunto para saber qué tiempo dedicarle a querer, a estudiar y a entrenar?
Se olvidará poco a poco como se olvida todo en esta vida.

  No hay que perder ni la pasión ni la perspectiva. Y esto lo veo en mi cabeza y parece fácil pero lo único que se me ocurre para no perderlas es tener una razón lo suficientemente fuerte para que eso no ocurra. Decidir que razones tiene cada uno es lo más difícil.

  ¿Por que cómo estamos seguros de que no estamos haciendo las cosas por la razón equivocada?