martes, 21 de junio de 2016

El Fracaso

Cuando decidí estudiar física y entrar en el centro de alto rendimiento de orientación me consideré una persona pasional y afortunada, cargada de 'voluntad de poder' (sin nada que ver con las interpretaciones tendenciosas).

Siempre cuento la misma historia pero en mayo-junio del año pasado lo pasé muy mal. Estaba todo el día estresado, y llegué a tener principio de ataque de ansiedad, un tic nervioso en el párpado inferior izquierdo. Cuando veía que no tenía tiempo a hacer equis cosa o se me acumulaba trabajo se me levantaba el párpado inferior y se me pinzaba como cuando se agarrota un músculo y tenía que bajarlo con la mano. Suspendí 2 de 4 asignaturas que recuperé en septiembre estudiando mucho menos. Apenas dejé de entrenar pero no conseguí tener el pico de forma en el campeonato del mundo por sobrentrenamiento o falta de descanso. En el campeonato del mundo hubo momentos en los que me encontraba muy cansado, no podía correr y tuve que pararme a andar en varios momentos. Una vez terminó el campeonato dediqué una semana y media a estar sentado, dormir como mínimo 10 horas, beber cerveza y no hacer nada; cuando volví a correr, esta vez en la Oocup en Eslovenia me sentía incapaz de cansarme. 

Después de esto reaccioné culpándome a mí mismo del fracaso por no haber sabido conciliar entrenamientos y estudios, ya que cuando separé lo uno de lo otro y me pude enfrentar a los problemas con menos estrés fui capaz de resolverlos. Nueve meses más tarde de esto hice un calendario en el que figuraba distribuido por días lo que tenía que entrenar y estudiar. Había días que no entrenaba, días que entrenaba pero yo solo para no perder tiempo y días que podía entrenar. Repartí el contenido de las asignaturas y lo dividí entre las semanas con la preparación que yo estimaba necesaria para aprobar cada asignatura.

Al poco tiempo supe que no estaba bien y publiqué una entrada a este blog, que no se me entendió y que tampoco me expliqué bien.

Me dí cuenta de que no era feliz. Vivía en un estado de tensión permanente. La jaula de hierro de la racionalidad caía sobre mí con todo su peso. Racionalicé tanto lo que tenía que hacer, estaba tan comprometido con mis objetivos, que nada era capaz de hacerme feliz. No era capaz de relajarme, no podía apagar la cabeza pensando siempre pensando que tengo que hacer que puedo hacer como solucionar algo. No era capaz de dormirme por las noches, podía estar agotado pero no era capaz de conciliar el sueño hasta las dos o las tres de la mañana. Dormía entre 5 y 6 horas diarias y me empezaron a salir ojeras y me costaba rendir bien, cumplir los plazos y eso me provocaba más estrés. Había días que me encontraba tan cansado que no me levantaba de la cama o no tenía fuerzas para entrenar bien y descansaba.

Estaba tan obsesionado con los objetivos que aquello que había sido mi pasión no me ilusionaba. La orientación no me hacía feliz a no ser que hiciera buenas carreras, aprender y estudiar no me satisfacía si no estaba encaminado a aprobar, si no estaba encaminado a completar el calendario. Cuando estaba con mi novia solo me sentía bien cuando sabía que ella era feliz y lo estaba pasando bien, pero mi felicidad personal estaba supeditada a la suya. Lo único que podía relajarme era saber que había cumplido con la planificación que tenía para ese día pues entonces y solo entonces era feliz. 

No lo estaba pasando muy bien y varias veces pensé en renunciar al campeonato del mundo, como hizo Diego Lázaro. Los dos hemos tenido momentos muy difíciles, si yo tuviese la extraordinaria en julio hace tiempo que hubiese seguido su camino. Pero creí que en mi caso renunciar no era la mejor solución. Si sólo era feliz cumpliendo el calendario lo cumpliría punto por punto, día por día. Aunque a veces fuese en contra de mi bienestar o de mi salud estaba decidido a cumplirlo, solo tenía que seguir perseverante, adaptarme a la nueva situación y aguantar. 

Y estaba decidido a hacerlo. 

Al poco había adelgazado 1kg -me puse en algo menos de 57- y seguía necesitando un día a la semana para descansar lo que no había podido el resto de días, pero conseguí centrarme. Era un hombre con un único propósito y había concentrado todos mis pensamientos en cumplirlo; si tenía que salirme el entrenamiento técnico perfecto centraría toda mi atención en no perder ningún segundo, si tenía que hacer las series con el grupo las haría costase lo que costase aunque hubiese dormido fatal, aunque no hubiese desayunado por descansar más y aunque estuviese muriendo de calor. Si tenía que ir a tres bibliotecas distintas para conseguir libros útiles para las asignaturas y leerme 300 páginas en un día dedicaría cada momento que pudiese en leer esas páginas; si porque el lunes de 9 horas de clase tenía 1 para comer o porque el horario de tutorías empezaba pronto tenía que comer corriendo en 10 minutos y tenía que irme apretándole en la bici, lo haría, lo haría todo porque así sería feliz, porque así podría dormir por las noches, porque así podría recuperar la pasión, porque así podría cumplir con los objetivos.
Y quizá se puede pensar que estaba obsesionado, que me estaba exigiendo demasiado o que tengo algo en la cabeza que no funciona bien. Pero mi único propósito era aprobar y seguir entrenando lo que los estudios me dejasen. Quitando a Carlos y a Álvaro nadie me presionaba para hacer nada, todo salía de mí mismo. ¿Y por qué no renuncié a algo si era consciente de que la situación me superaba? Pues porque con un objetivo menos no sería feliz, no estaría satisfecho, no habría saciado mi voluntad de poder.

A día de hoy he fracasado. Pensé que cumpliendo el calendario conseguiría aprobar y no lo he hecho. Aún me quedan exámenes pero ya tengo la nota del primero, un 3,4. Me amargo. ¿Para esto ha servido todo este sacrificio? ¿Todos los malos momentos para que a la primera de cambio ya esté todo perdido?

Pero en verdad yo disfruto en el fracaso, yo vivo en el fracaso. Es en estos momentos, entre lectura lectura de frases que me ayudan a sobrellevar el sentimiento de culpa es cuando puedo comprender y disfrutar por completo las letras de Leiva y yo qué sé, aprender para la próxima vez.